Garua y sol reverberan en el sendero de lajas azules

empatadas por la naturaleza eónica,

soy un velero en la estática del mediodía rijoso del sátiro,

voy al campo de las delicias de dríades ardiendo en árboles de papel.

 

El reverbero de solitarios picos andinos sufre agua volandera;

luz y calor terrestre abajo en la senda azulada,

sombra granítica y gelidez aérea ululan con las pirámides,

verticalidad azabache ascendiendo vaporosa al firmamento.

 

Apuras el aperitivo de flores diminutas,

te nutres de racimos violetas de genciana,

esencia de la frontera del pajonal,

maná de almohadillas de páramo.

 

Ondas acústicas traen la vibración y fuego de las dríades,

banquete de feromonas de bosque musgoso,

cosecha de aromas y sudores virginales,

es la altitud potente del desfiladero de Dionisio.