Brota del superpáramo luminoso lobezno,

solitario entre mechones de pajonal reverberando,

curtido en la meseta que fue hábitat del cóndor,

ave que vino a ser el fantasma del escudo nacional,

ave reducida a fábula infantil y cántico patrio.

 

Lobezno de horizonte henchido de lomas pardas,

yo divagando en el retorno de los venados al pie del coloso,

lobezno de llanura regada por deshielo galopante,

yo expuesto a la mirada vigilante de manada cornuda,

lobezno de glaciares moribundos tostándose al sol,

yo metido en nervudo mapa de piel esculpida por el tiempo,

lobezno de mediodía en la altitud de fuentes volcánicas,

yo transeúnte en el ritmo de vertiente y la siesta prometida,

lobezno habitante de la resistencia en gélido piso biológico,

yo sumergido en jardín liliputiense de almohadillas voluptuosas.