Reserva de tortugas gigantes

Tomando el camino de campo de tierra rojiza y festonado de gardenias de la parroquia Santa Rosa, bajando desde el pintoresco y apacible pueblito homónimo ubicado en la zona alta y agrícola de Isla Santa Cruz, se anda entre pequeños charcos de agua lluvia donde se bañan los pinzones de Darwin y el tránsito de  tortugas terrestres gigantes. Esto último si uno tiene la fortuna de coincidir en el tiempo de migración del llano (bosque seco tropical) a las montañas de clima fresco, húmedo y nublado en la época de aguas, o viceversa cuando retornan a desovar en la planicie costanera.  Se desciende alrededor de tres kilómetros hasta dar con la entrada a la reserva natural “El Chato”, que viene a ser una franja de amortiguamiento, entre el territorio del Parque Nacional Galápagos y las fincas dedicadas a la ganadería y la agricultura local, para las migraciones anuales de las tortugas gigantes endémicas de Isla Santa Cruz, Chelonoidis porteri.

La trocha que baja a Laguna Verde, puede llegar a ser un circuito de  aproximadamente cinco kilómetros, con la posibilidad de salir al rancho Primicias o rancho Chato 2, y desde cualquiera de esos dos puntos regresar por distinta carretera de campo al pueblito de Santa Rosa. Caminar en la reserva natural de El Chato, es adentrarse en bosques vaporosos de tortuosos árboles de manzanillo y lechosos árboles de scalecia, de yerbas y plantas leñosas endémicas, además de plagas invasivas como la zarzamora silvestre que forma barreras infranqueables. Se avistan tortugas gigantes sin salirse del angosto sendero de tierra arcillosa y piedras, pues, acá es de rigor no hacerlo porque es fácil extraviarse debido a lo mimético de la vegetación circundante y la desorientación que la selva de esos pagos produce en los visitantes. Llegar a Laguna Verde es una fiesta de colores, aromas y texturas de la jungla vaporosa y humedales que la circundan, y es completa si se unen a las tortugas gigantes otras especies endémicas al abrevadero, piscina de relajamiento y fuente de alimento que es en sí esta cocha fangosa de aguas que no son aptas par el consumo humano. Las tortugas gigantes  tienen una capacidad de supervivencia impensada y, a pesar de las extremas condiciones de subsistencia alimentaria, duplican los años de vida promedio del ser humano moderno residente en los países con mayor bienestar percápita.

Fragatas que han subido de la orilla marina a quitarse la sal sin sumergirse del todo en el agua turbia, chapotean para retomar vuelo y sacudir su cuerpo enérgicamente con las corrientes de aire. Patillos de Galápagos nadan buscando alimentarse de microorganismos , y se limpian las plumas y reposan junto a las tortugas refrescándose en el agua y hundiéndose en el fango para librarse de los parásitos externos de la zona. Escurridizas gallinulas flotando en el fondo verde.