La mañana fresca y sombreada de abril ayudó para hacer una caminata suave ascendiendo desde el barrio El Cascajo, cruzando la zona de fincas agrícolas-ganaderas de El Camote, rumbo a  las tierras de amortiguamiento ecológico de Cerro Mesa que colinda con los prados y bosques de Colina Pikaia. Antes, en 2019 y 2020, subí a esta zona asequible del centro-este de Isla Santa Cruz, con la intención de andar y ver en el hábitat de la especie Chelonoidis niger donfaustoi (la denominación de esta especie hace honor al guardaparque Fausto Llerena). Hasta 2015, los especímenes de la tortuga gigante de El Fatal, eran considerados como una población minoritaria de la especie Chelonoidis niger porteri, Tortuga de El Chato o Tortuga del Oeste de Isla Santa Cruz (aproximadamente 4000 individuos). Recién en 2018 me enteré que las tortugas de El Fatal, correspondían a una especie distinta a la del oeste de la isla y que se habían tomado las precauciones debidas para su protección y regeneración en su nicho ancestral, pues, en paralelo al censo poblacional se les colocó sensores electrónicos para detectar los movimientos de alrededor de 500 especímenes.

Desde el caserío de El Cascajo descendí en dos días diferentes de abril por la vía a Playa Garrapatero, esto con el propósito de avistar la tortuga Donfaustoi, sobre la marcha, en los costados de la carretera asfaltada. Tuve suerte y pude ver a discreción especímenes de distinta edad y sexo donde, en anteriores visitas a El Garrapatero, viajando en taxi, no vi ninguna tortuga gigante. Me sorprendió el hallazgo de sus huellas biológicas (pelotillas ovaladas de bagazo pardo) hasta mitad de camino, más o menos a 300 msnm, cuando se da la transición del bosque montano al bosque seco tropical del llano.  Playa Garrapatero, con marea baja, luce más amplia de lo que es y los paisajes de orilla rocosa resaltan. La charca salina posterior a la playita albergaba a dos flamencos rosados, algunos patillos cola pintada y monjitas mexicanas. Iguanas marinas tomando sol se mimetizaban en plataformas de escoria volcánica azabache. Solitaria garza estriada pescaba pececillos ojones que habían quedado atrapados entre manglares de avanzada en bajamar. Vistosos ejemplares de lagartija infatigable, que suma a las especies endémicas de la isla, retozaban en la calzada de acceso a Playa Garrapatero, senderito matizado por coloreados grillos saltarines en temporada de apareamiento.