Favor, están en libertad de escucharme mientras dan vuelta a la plataforma acústica y sus aromáticos contornos floridos; yo comunicaré lo justo y necesario haciendo la aproximación obligada a sus soberbios escarabajos voladores, mis palabras llegarán a cada uno de ustedes a manera de peripatética memoria reflexión a viva voz.

Almas provenientes de la unicidad de Ciudad-domo de Las Américas, ciudadanos diseñados para la existencia plena en soledad acompañados de miles de sus congéneres contemporáneos, como decimos acá: bienvenidos y adiós. Los recibo en mi calidad de implementador, administrador y usufructuario de este proyecto  existencial irrepetible, donde cunde el entendimiento y rituales del excombatiente y ex exterminador del género pipones-bullangueros. Soy su anfitrión, General Trotamundos, el único Homo sapiens terrenus  residente en Valle Chulla Vida. La plataforma de aterrizaje viene festonada con la floración de los distintos especímenes vegetales que la circundan formando un conjunto tricolor, a saber: arrayanes de fanerógamas amarillos vienen escoltados, en el flanco izquierdo y  derecho, por arupos de estambres rosa intercalando con arupos de estambres azucenas. Digamos que esta es la bandera tricolor de Valle Chulla Vida, que es el dador de las pequeñas felicidades que brotan espontáneas como los ojos de agua dulce de Cordillera Cálida. El lomerío color mostaza que nos envuelve emula al dragón que guarda sus perlas bajo el vientre. Cordillera Cálida, esconde en el laberinto de anillos montañosos su tesoro: vallecitos de sempiterna primavera a semejanza del espacio-tiempo de Valle Chulla Vida.

Nadie de ustedes diría que acá amaneció con niebla baja e intermitente garúa. Luego, la mañana despejada y de azules intensos, contribuyó a que sus naves personalizadas  modelo actualizado “escarabajo saltarín”, resplandezcan en algarabía policromática difuminándose en la explanada color miel. La plataforma aeroespacial devino en el fondo base de un lienzo tomado por naves espaciales de fábula. De hecho, en la cotidianidad de Valle Chulla Vida, la plataforma de aterrizaje es una mancha de aglomerado de piedra volcánica que cuatro jornadas solares al año es utilizado para recibir y despedir visitas a razón de una por trimestre. Ustedes, los urbanícolas provenientes de Ciudad-domo, son los únicos usuarios de la plataforma aeroespacial con sus magníficos escarabajos saltarines en acción, pues, el resto del tiempo funge de teatro acústico intuitivo mío y de Timoleón, quien ya les dio la bienvenida y adiós exponiendo su garbo, fuerza y agilidad felina con sendos zarpazos al aire y rugidos a panza batiente.

Fue una grata sorpresa que surja el teatro acústico a la par de la pista aeroespacial, con la salvedad que lo primero fue levantado en secreto por el ejército versátil nano-obrero, gracias a un deseo consciente nuestro de escuchar intempestivamente música cósmica, o sea que  la función acústica  de esta plataforma sea una sorpresa repentina en nuestros oídos. Tanto mi persona como Timoleón, acudimos por separado a este escenario sensual y, por privilegio inalienable, somos los receptores de los opus de cuerdas del universo.

Concluida la plataforma de aterrizaje con suficiente antelación antes del arribo del primer grupo de visitantes, me fui de paseo a los atajitos de cannabis en flor a lomo de una tardecita fragante, transparente y tibia. Me dije que la mancha miel debería servir para algo más que permanecer inmutable y en silencio solo a la espera del aterrizaje trimestral de escarabajos saltarines. Concluí que era un desperdicio si no había otra motivación para que surja un tiempo-espacio apetitoso que nos haga volver voluntariamente aquí, y relacioné que el aprovechamiento continuo de la cosa, o lo que es lo mismo venir acá cuando a uno le venga en gana porque vale la pena hacerlo, era factible si este deseo consciente y en alta voz de crear un teatro acústico en la intemperie mientras la plataforma aeroespacial se dibujaba en mis ojos, era recogido por el conjunto nano-obrero y de repente, ¡albricias!, eres sorprendido por el deseo consumado.  Y en eso de convertir la mancha miel de aglomerado volcánico en algo útil para la dicha acústica, había estado especulando en simultáneo Timoleón.

Lunas después, divagando en la noche estrellada de medianoche, parecía que caminaba sin rumbo fijo, pero mi brújula interior había puesto la mira en la plataforma,  y hacía allá me condujo sin remedio. Cuando me hallé en medio de la desangelada tristeza de la pista donde no se me perdió nada, ya dando la media vuelta con la intención de abandonar el vacío lúgubre y dirigirme a los atajitos aromáticos de Chulla Vida, se dio el portento de la manifestación sinfónica, se disparó cierto fragmento delicioso de la ópera bufa Il barbiere di Siviglia, se encendieron intermitentes y danzantes luciérnagas de las profundidades de la memoria atávica. Creía que mi lucha contra los pipones-bullangueros, había atrofiado el gusto de los oídos del iniciado. Desde entonces supe que la plataforma de objetos voladores identificados podía transformarse en una suerte valiosa para el alma viajera privilegiando los oídos, había inaugurado el teatro acústico de Valle Chulla Vida. Sí Timoleón, para ti fue hacerte cargo de un derecho adquirido.

Coexisto encantado con la paradoja de no ser más un exterminador trotamundos para conocer mi vecindario de valles anillados sin haber puesto pies en ellos, valiéndome de Red Fungi que une a los tesoros de Cordillera Cálida. El anillo más cercano a Valle Chulla Vida es Valle Fuente Tesalia, donde medra doña Flor de Papango, persona que se precia de obtener el mango suculento, delicado y sabroso de Las Américas. Y vaya que el beneficio de una nutritiva amistad, en mente y materia, une a la distancia a doña Flor de Papango y por ende a Valle Fuente Tesalia con General Trotamundos y valle Chulla Vida. Y así se da correspondida amistad que une en cuerpo y alma a las personas y valles recónditos de Cordillera Cálida, estamos conectados por la entrega/recepción de Red Fungi, la que hace posible el trueque de productos extraordinarios entre la vecindad.

Timoleón, circulando entre ustedes, no es el seguidor a sol y sombra del Homo sapiens terrenus.  Lo considero el dueño temporal de la parcela de tierra que habita en calidad de Felino sapiens,  es a cabalidad un residente esencial de Valle Chulla Vida, siendo parte efectiva del proceso de siembra, cosecha y destilación de Cannabis Elixir, y esto porque su sentido refinado del olfato está al servicio de la producción de la perla psicotrópica que tiene un grado sumo de aprecio en el mundo urbanícola. Timoleón se acopló, apenas abrió los sentidos en Valle Chulla Vida, al fundamento del trueque con Ciudad-domo. Así como el cultivo de Cannabis Elixir es irrepetible lo es lo que cultiva por separado cada uno de los Homo sapiens terrenus, en los distintos valles subtropicales interandinos. A Timoleón le basta y sobra conocer a sus colegas campesinos a través de las delicias frutales que crean con carácter exclusivo y que son marca de origen personal intransferible.

Se ha dicho que Valle Chulla Vida como espacio-tiempo que gira en torno a la realidad de Cannabis Elixir, vino después de estabilizar la población Homo sapiens en Las Américas. La Ciudad-domo como mente individual es una derivación de Mente de Las Américas y a ella se remite compartiendo su experiencia de burgomaestre. A su vez Mente de Las Américas deriva y comparte su experiencia continental con Mente Tierra.  Mente de Las Américas actualiza a sus servidores en el perfeccionamiento epicúreo de las urbes creadas para el hedonista en radical soledad actualizada. “Ni uno más, ni uno menos”, reza el lema de Ciudad-domo y, por inercia, es el fundamento del  usuario del bienestar que provee Madre Nutricia.

La ínfima población de seres contemplativos que proviene de los excombatientes se negó a re-incorporarse al mundo urbanícola, evitando así ser cautivos voluntarios de las actualizaciones de Ciudad-domo. Adquirí un nombre (apelativo, apodo, o como ustedes quieran percibirlo) antes de hacer honor al mismo en batalla formal al enemigo que me propuse eliminar de cuajo. En todo caso, dicha auto denominación personal, hace honor al ser errante que fui desde la adolescencia, primero de pensamiento y luego de obra. A la hora de buscar un nombre que este libre para fijarlo como dominio de vida, y a la par escoger un sitio del amplio catálogo de Mundo Único Urbanícola al cual pertenecer y habitarlo y que a su vez me habite, fue impepinable tomar la decisión por la vía de la Vida Contemplativa. Con la victoria del yo y del yo mismo que resultó la desaparición los pipones bullangueros y no debido a que los hayamos exterminado de raíz sino a que se esfumaron en un pestañeo. Decimos que regresaron a su dimensión por inercia cuando el túnel que se abrió para torturarnos con su bulla volvió a serrarse y el cuento de ir a por ellos se acabó tan de súbito como empezó.

Esta mañana vine con sobrada antelación a la plataforma de aterrizaje, Timoleón se había adelantado más aún al encuentro y tuve un oyente de lujo, pues, tomé por los cuernos un conflicto que iba más allá de la gloria de neutralizar pipones-bullangueros, me refiero a mi propia guerra contra la bulla interior que carcomía mi alma. Me explico: la lucha en el campo de batalla espacial era con el enemigo externo, a quien había que neutralizar sin sentimentalismos ridículos de por medio; no obstante, una vez digerida la adrenalina que viene a ser un instante en el nirvana de los exterminadores con causa, un instante en el silencio cósmico, el ruido propio volvía a manifestarse de a poco en goteo incesante y angustioso. De ahí la adicción a la cacería de la estridencia ajena. Concluido el ciclo de exterminio y éxtasis, me remitía al ciclo ruido propio y sed por la cacería espacial, así devino la rueda de molino que me proyectaba del ruido propio a la estridencia ajena.

Lo que aconteció con el enemigo exterior fue una maravilla impensada, no había que ganar por fuerza una guerra si no desaparecerla, y cada quien a lo suyo… sí, también podríamos hablar de un glorioso empate entre seres antagónicos, pero eso es una historia que me es imposible sentirla desde el lado de los individuos de la especie contraria, solo sé que por vez primera agradecí desde el fondo de mi conciencia la asociación con ustedes, los urbanícolas. Soy una consecuencia de Ciudad-domo y Mente de Las Américas. No es para menos mi gratitud con la coyuntura que me permitió huir de Ciudad-domo y sus instalaciones para el hedonismo urbanícola, y hacer un viaje de ida y vuelta a por mis demonios íntimos y a por  los demonios extraños, eso fue recorrer el espacio aéreo de Las Américas enrolándome como silenciador de células de pipones-bullangueros. No sé qué clase de demonios interiores carguen ustedes como individuos temporales felices, pero sí tengo  la certeza de que no tienen idea de los pipones- bullangueros porque dichas criaturas jamás perforaron las defensas acústicas de Ciudad-domo y por ende sus mercedes no están en capacidad de entender a cabalidad mi lucha si no es como la fábula diletante que ha llegado a sus oídos.

Ustedes apenas imaginan, o hablando con propiedad no se han enterado de lo que fue luchar afuera contra el ruido de los pipones-bullangueros y adentro contra el murmullo existencial de uno mismo que fue crear una necesidad: una guerra  integral inaplazable para huir del programado bienestar y dicha urbanícola… y hete aquí ciudadanos siendo ejecutores del trueque entre Ciudad-domo y Valle Chulla Vida. Viene a ser una paradoja este trueque porque la paz que no hice con el enemigo esfumado la hice conmigo mismo, con ustedes y Ciudad-domo. Sin duda me considero el beneficiario de su presencia. También sé que están en su razón de proclamarse felices por hacer  este viaje de ida y vuelta y ser portadores del obsequio lúdico-espiritual a cada uno de los diez mil habitantes de sus respectivas urbes natales.

Son libres de deambular por los senderos auto-guiados de Valle Chulla Vida, al cabo de su experiencia disipadora cualquiera atajito los conducirá al banquete de aromas, sabores y texturas de las exquisiteces enviadas vía fungi, gentileza de los Homo sapiens terrenus de Cordillera Cálida. Una vez que recojan su valiosa carga está en ustedes partir a sus lugares de origen cuando a bien tengan. Bienvenidos y adiós.