Mezcalito 2/2

¿Qué veo y oigo?, es el angelote borrachón de la mueca inolvidable que, subido en rústica tarima de orador por libre, luce gigantesco, rara avis, debe ser el efecto sutil de sus alas tricolor que se pliegan y despliegan como un acordeón al son de las emociones del músico anunciando la recitación del poema intitulado Mezcalito. Ahí va, Mezcalito, dice aclarando su voz grave. Y un eco me susurra al oído ahí va para Tichya, Mezcalito.

 

¡Perfectamente borracho!,
enhiesto en mitad de la algarabía;
su porte regio resalta como Athena
escrutando el mar de la Antigüedad.

Charros zapatean con el mariachi,
en la plaza mayor es tiempo de muertos.
El Cónsul acaricia la iluminación,
tan cerca de su par Dionisio,
tan lejos de la sobriedad de una lápida.

Con el crepúsculo, calaveras sonrientes,
se retuercen en el festín de los ávidos;
¡salud, Mezcalito!, aúllan en su rededor
admirando esa figura de héroe epónimo,
que, a su vez, desde su atalaya, admira
al nevado volcán a escalar perpetuamente.

Es su propia celebración de difuntos,
la herida de mujer cicatrizó en el pecho;
su corazón es ahora un vasallo de Eros,
ama por amar a la vida entera bullendo
en las pequeñas felicidades de su día,
ya interminable, a partir de los balazos
que le infirieron en el portal del Farolito.

¡Perfectamente borracho!,
bajo el volcán.

 

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Mezcalito 1/2

Estoy de visitante en Quauhnáhuac, respirando a tope Ínsula Cónsul Firmin, alias Mezcalito. Un paso más e inicio la vuelta en busca del aire claroscuro, luminosa tiniebla, de Mezcalito. La visita de rigor, esa que me prometí no sé cuántas veces sin echarla al trastero del olvido, la voy a cumplir apenas ingresé a media mañana a Ínsula Cónsul Firmin. La vida en borrador a plenitud es estar aquí alerta y con los sentidos afilados, de súbito he entrado en indómito bosque, me dejo llevar inmerso en selvita tropical de sabana, voy a gusto avanzando en sendero elevado de pasamanos rústicos de caña guadua y piso de latillas marrones similares a las latillas de chonta de la palmera amazónica. Me acojo al único sendero decidido a seguirlo hasta el final, no hay desvíos ni letreros ni señalización alguna, salvo el aviso en madera blanca de la mano negra apuntando a nítidas letras rojas que dicen, A PARIAN.

Evoco la pubescencia de Tichya y echó en falta las golosinas que cargaba en los bolsillos para darles a las personas disfrazadas de monstruos clásicos para que repriman su obligación rabiosa de asustar, me refiero a Casita del Terror que arribaba con la pequeña maquinaria de distracciones ambulantes y que se asentaba promediando septiembre en el pueblo natal de valle subtropical andino, entonces era todo un reto íntimo meterse en el miedo histérico que me provocaba Casita del Terror, era acto catártico sin tener conciencia de ello y que al cabo pasó a ser lo que hoy puede hacer Tichya a conciencia: sacar de paseo a sus propios engendros mentales es terapia imprescindible. Sacar de paseo a los demonios interiores es tan esencial como el cuidado personal de Tichya, podría añadir como leyenda al letrero: A PARIAN. El recuerdo feliz de Casita del Terror es un destello anunciando lluvia que hará florecer a las ceibas gordas del bosque seco de la pubescencia androide.

Ando con la máscara de Tichya que la creación me proveyó de eclosión, voy envuelto en la piel que habito y me habita hasta la desintegración de la unidad existencial  andrógina. Tengo derecho al olvido para evitar ser simple archivo del paso del tiempo e ir en pos de continuidad en los acontecimientos que alimentan la bipedación terrenal de Mente-Tichya. Este básico detalle de moverse a rostro descubierto es un detalle inmenso que me viste de exclusividad, a voluntad me excluyo del homenaje tradicional a los muertos en su día y que ya reventó por fuera de la ínsula. (more…)

General Trotamundos 2/2

Favor, están en libertad de escucharme mientras dan vuelta a la plataforma acústica y sus aromáticos contornos floridos; yo comunicaré lo justo y necesario haciendo la aproximación obligada a sus soberbios escarabajos voladores, mis palabras llegarán a cada uno de ustedes a manera de peripatética memoria reflexión a viva voz.

Almas provenientes de la unicidad de Ciudad-domo de Las Américas, ciudadanos diseñados para la existencia plena en soledad acompañados de miles de sus congéneres contemporáneos, como decimos acá: bienvenidos y adiós. Los recibo en mi calidad de implementador, administrador y usufructuario de este proyecto  existencial irrepetible, donde cunde el entendimiento y rituales del excombatiente y ex exterminador del género pipones-bullangueros. Soy su anfitrión, General Trotamundos, el único Homo sapiens terrenus  residente en Valle Chulla Vida. La plataforma de aterrizaje viene festonada con la floración de los distintos especímenes vegetales que la circundan formando un conjunto tricolor, a saber: arrayanes de fanerógamas amarillos vienen escoltados, en el flanco izquierdo y  derecho, por arupos de estambres rosa intercalando con arupos de estambres azucenas. Digamos que esta es la bandera tricolor de Valle Chulla Vida, que es el dador de las pequeñas felicidades que brotan espontáneas como los ojos de agua dulce de Cordillera Cálida. El lomerío color mostaza que nos envuelve emula al dragón que guarda sus perlas bajo el vientre. Cordillera Cálida, esconde en el laberinto de anillos montañosos su tesoro: vallecitos de sempiterna primavera a semejanza del espacio-tiempo de Valle Chulla Vida.

Nadie de ustedes diría que acá amaneció con niebla baja e intermitente garúa. Luego, la mañana despejada y de azules intensos, contribuyó a que sus naves personalizadas  modelo actualizado “escarabajo saltarín”, resplandezcan en algarabía policromática difuminándose en la explanada color miel. La plataforma aeroespacial devino en el fondo base de un lienzo tomado por naves espaciales de fábula. De hecho, en la cotidianidad de Valle Chulla Vida, la plataforma de aterrizaje es una mancha de aglomerado de piedra volcánica que cuatro jornadas solares al año es utilizado para recibir y despedir visitas a razón de una por trimestre. Ustedes, los urbanícolas provenientes de Ciudad-domo, son los únicos usuarios de la plataforma aeroespacial con sus magníficos escarabajos saltarines en acción, pues, el resto del tiempo funge de teatro acústico intuitivo mío y de Timoleón, quien ya les dio la bienvenida y adiós exponiendo su garbo, fuerza y agilidad felina con sendos zarpazos al aire y rugidos a panza batiente.  (more…)

General Trotamundos 1/2

La aurora y el amanecer vinieron nublados y húmedos en tierras altas primaverales, había corrido garúa temprana que no derivó en aguacero en el vallecito subtropical, cálido y seco. General Trotamundos, aprecia tener sembrados de la yerba de origen por excelencia prestigiada en las urbes homeostáticas de Las Américas, y se le ocurre que la leyenda del producto final que entregará a los urbanícolas de marras debería rezar así: “Cannabis elixir, una gota basta para esparcir en tu cuerpo-mente los sabores, aromas y texturas de Valle Chulla Vida”.  Los urbanícolas escogidos para beneficiarse de ser los transportistas del banquete de sensaciones prometidos a sus distintas Ciudad-domo, están por arribar y General Trotamundos los recibirá en la plataforma aeroportuaria.

Modulando la voz acorde a las circunstancias holgadas, aprovechando el tiempo de espera de bienvenida a los visitantes en la pista acústica, General Trotamundos habla para sí peripatético y dado el momento su tono vocal será jovial al dirigirse a Timoleón, la singularidad biológico-cibernética levantada en los talleres existenciales de Mente de Las Américas. Cuando General Trotamundos tomó posición de Valle Chulla Vida, propuso a Mente de Las Américas implementar el proyecto de vida Panthera-sapiens que denominó: León de Comarre y Zaratustra. Su pedido fue aceptado sin demora por el ente continental considerando que era una creación sustentada en la versatilidad instintiva, sabiduría ancestral  e inteligencia independiente atribuida al león del cuento de Arthur C. Clark y al león de la novela filosófica de Friedrich W. Nietzsche. General Trotamundos, incluyó los respectivos textos de Nietzsche y Clark, en calidad de lectura reflexiva pertinente para la comprensión de su idea de lo que vendría a ser el único e irrepetible León de Comarre y Zaratustra. Con semejante información remitida a Mente de Las Américas, aspiraba a que el ser en sí de Panthera-sapiens sea lo que en efecto es en Valle Chulla Vida, el todoterreno pensante y libérrimo Timoleón.

Aunque en principio te llegan igualitos a la mente y los sentidos, no es así… ¿qué variedad de personajes pintorescos provenientes del reino urbanícola arribarán hoy?, amigo Timoleón. No hay duda de que resultan entretenidos nuestros visitantes “cosmopolitas”, entre comillas porque sean quienes sean y de donde provengan, habitan un mismo tipo de Ciudad-domo (mil urbes a razón de diez mil habitantes cada una dan un total de diez millones de urbanícolas  en Las Américas, con este fácil y sencillo dato el Antropoceno, la era del desprecio a la naturaleza prístina planetaria por parte de la especie humana original, quedó superada por nuestra especie que, paradoja incluida, ahora sí encarna y hace honor al nombre Homo sapiens). Te decía que las ciudades-domos son de idénticas características, practican la misma lengua y el lenguaje universal que nos es común a todas las criaturas biológicas-cibernéticas, incluidas las excepcionales como tú, Timoleón; en fin, no hay novedad ni competencia desarrollista entre ellas, pues, esto se debe a que sus  formas y fondos se actualizan al unísono, o sea al ritmo de Mente de Las Américas.  Las ciudades-domos son espejos que reflejan la misma urbe ejemplar. De esto que el lema urbanícola de Ciudad-domo no está pintado en la pared del olvido, es un hecho cotidiano inalienable: ni un habitante más, ni un habitante menos, es un acto reflejo como respirar. Ningún ciudadano abandona su domo para entrar en otro domo idéntico, y, por excepción, viajan a los valles escondidos de las delicias subtropicales, me refiero a las personas que han sido y son escogidas en el juego de beneficencia y azar, Trueque. Me ha tocado que tratándolos de uno en uno son respetables, tal como los humanos superiores de Zaratustra, antes de que en manada sibilina elijan adorar a un pollino y por imitación rebuznen o algo así. Sí, Timoleón, esto último es un imposible porque a pesar de que diez mil almas existen acompañados en Ciudad-domo, el urbanícola vive en radical soledad. Antaño, en la época de las Megalópolis-infierno, se formaban sectas de espanto… eso mismo ríete a panza rugiente, las puedes visualizar merced a la memoria atávica que cargas en la mente de tu unidad biológica-cibernética, si no tuvieses tal información a mano podrías imaginar que es una ficción mía respondiendo al trauma de excombatiente. Sí, compartimos la fracción tiempo-espacio de la Megalópolis-infierno de marras transitando en su última decadencia antes del fin, estremece por el horror y repulsión que suscita visionarla. Buena es, Timoleón, y sin necesidad de leones hambrientos se extinguieron en sus cuevas tecnolátricas. (more…)

En ninguna parte

¿A dónde vas, paisano? A ninguna parte, chiquillo… ¿Y te queda muy lejos ninguna parte? No sé, puede estar a kilómetros de distancia, allá por el lomerío Pegujal o mejor todavía se esconde a la vuelta, saliendo del sendero de floripondios y apenas penetrando en la selvita de faiques tras el recodo. Qué sé yo dónde y cuándo estamos inmersos en ninguna parte, es intempestivo. Un concejo o advertencia también: si algún día haces de ninguna parte una suerte de ejercicio filosófico, asegúrate de quedar “atrapado con salida” porque de súbito el nirvana podría convertirse en purgatorio, recuerda que el camino a caer en infiernillos insondables de entrada es divino, ancho y entretenido.

La última vez que bajamos por el trillo de guardaparque, hace como dieciocho meses, rumbo a  Playa Rey Iguana, el senderito era poco visible, aunque se notaba que había mínimo mantenimiento gracias a los pocos que accedían a estos parajes al filo de ninguna parte.  Ahora lo encontramos apenas visible y está claro se ha esfumado el puñado de privilegiados visitantes de Playa Rey Iguana, solo la ayuda de las piedras cenizas de reconocimiento del guardaparque, apostadas en la horqueta formada por ramas de árboles bajos de bosque seco tropical, confirman a la modalidad visual y de tacto, ojos y pies, no nos hemos desviado a la espesura mimética del territorio propio para extraviarse.

Topamos con la señal grande e inconfundible, el oblongo tanque de hierro oxidado. Debió servir para acumular agua para la ducha caliente de seres privilegiados o algo así, y viene abandonado desde los años cincuenta tras la época de Colina Radar y de la época de la colonia penitenciaria que heredó a la posteridad turística el infame Muro de las lágrimas.  Lo único concreto este momento es la cosa carcomida por el óxido que es la cosa marcando la seguridad de estar en la senda prometida. Hasta aquí vamos muy bien, en el trayecto saludamos a dos tortugas gigantes adultas de Sierra Negra (macho y hembra) y a un espécimen joven que identificamos como una proyección del pasado, en este espacio-tiempo es la nueva “doncella cinturita de avispa”.

Pájara memoria, somos presa de la ilusión, y el desvío a ninguna parte nos tienta como si antes no nos hubiese tentado. Es el mismo cabo suelto reconocido como tal en circunstancias pasadas, pero vuelve a la carga valiéndose del olvido y no sugiere sino que manda a hacer lo que quedó trunco hace año y medio, y que en vez de una travesía en lo ignoto resultó el corto y diletante paseo de ida y vuelta, retornando sin apuro al tanque oxidado. (more…)

Laguna de Secas

Avanzaba trepando por la sombra emergente de la huecada entre dos colinas de rocas superpuestas y sostenidas desde la cima a la base por su peso y gravedad, debajo de las formas ciclópeas no había suelo vegetal uniforme sino mantos finos de tierra que eran suficientes para que se apañen plantas de páramo y se den modos para crecer en tan inhóspito hábitat donde a simple vista solo medraba el legado del flujo lávico: campos de molones sueltos descendiendo del páramo de Muertepungo cual ríos grises petrificados que recorren doce kilómetros antes de desembocar chorreantes en la quebrada de pre-páramo del Isco. Este serpenteante fenómeno volcánico creó valles verdes amurallados para el jolgorio de danzante Dionisio, y nació gracias a las fisuras escupidoras de escoria volcánica del Antisanilla, como se ha dicho promediando el siglo XVIII.

La cosa empezó con un auto-engaño, me topé con estrecho senderito de montaña que trajo la ilusión de que continuaría hasta la cima de la colina que a su vez me obsequiaría el paisaje de Laguna Secas por todo lo alto, cual banquete visual de mantel largo y por ende magistral degustación de cuadros silvestres de otra época o al menos paisajes semisalvajes con pinceladas artificiales de actualidad humana. Aspiraba que se suscite distendida travesía desde Laguna Tipopugro hasta dar con el mirador natural que cubra cualquier forma de Laguna Secas, me decía que estaría contento si viese una de sus extremidades inferiores de náyade andina o si se quiere uno de sus cuernos de caracol creado por el fuego volcánico. No fue así de alegre la travesía, el senderito concluía en un remanente de bosque primario, la pintoresca arbolada se aferraba a piso abrupto, era una colorida excepción rodeada de estratos de escoria volcánica sujetos precariamente entre sí y que se levantaban empinándose a oriente, en perspectiva a la altura de los farallones del Isco. El bosquecillo atrapado entre grises cúmulos de piedra, caía al remanso escondido que en la hondonada contenía un charco divino a la vista desde arriba y, según la luz y la posición del espectador, el reflejo era ya azul marino, ya verde, ya turquesa o plomizo. Colegí que este cantarino pozo escondido, se alimentaba de agua lluvia y del líquido que se filtra de las corrientes subterráneas del superpáramo del volcán Antisana. Fue un hallazgo por que no tenía idea de que existía semejante oasis, pues en sí es el abrevadero de agua dulce de montaña para las ralas reses que deambulan en la arboleda como si su misión fuese destrozarla con sus pesuñas fuertes y excavadoras que abren surcos a discreción dentro de ella. (more…)

Muerte Pungo

Rocinante se quedó estacionado a 3.900 msnm., en el claro al costado del portón de hierro de control que estaba cerrado al igual que la caseta de información de Laguna Muertepungo. En todo caso, lo esencial  no estaba negado al bípedo senderista y, al cabo, devino en beneficio el no haber previsto que alguien tenía que subir para abrir el ingreso motorizado  a la básica carretera de montaña que administran los dueños de la Asociación Muertepungueros, que son las personas que tienen en propiedad fincas que llegan hasta Laguna Muertepungo. Esta asociación se formó con el loable propósito de que crear el espacio silvestre de amortiguamiento biológico previo a la Reserva Antisana, y su fin es recuperar y preservar la flora y fauna del páramo de Muertepungo, manejando así el acceso carrozable a la zona que cuidan de la depredación humana. La vía rústica de montaña vino seca y con oleadas de fino polvo arcilloso por los embates del viento, de haber transitado en lomos de Rocinante hubiese levantado desagradable nube polvorienta tras de sí y de haber habido caminantes o ciclistas habrían maldecido su paso, al igual que yo hubiese renegado de tener que lidiar con el polvo de autos que vayan por delante del mío. A la verdad no hubo otro carro subiendo a la laguna en todo el recorrido motorizado desde la iglesia de Santa Rosa. Fue cosa de agradecer la ausencia de tránsito vehicular e imaginé cómo sería el camino muertepunguero en trance lluvioso, con tiempo frío y mojado habría sido barrizal envuelto en la nada mimética en que se transforma el páramo, y se podría decir que encapotarse es su estado natural, la fortuna me acompañó al acertar en el pronóstico meteorológico de que iba a tener un día luminoso y generoso en reflejos que fabrican colores para solaz del viajero. Es de provecho moverse al amparo de cielos despejados que juegan con nubes volanderas que matizan haciendo figuras, así se aprecia más los distintos azules y celestes que vienen como el fondo y la luz mudable de cuadros de montaña estáticos. (more…)

Vibraciones Conolophus

Baltra, la isla de los adioses. Aquí, el mote, ha desplazado al nombre oficial de Isla Seymour Sur. No se sabe a ciencia cierta de dónde proviene la palabra Baltra, no aparece en el diccionario actualizado de la RAE, y poco o nada aporta el significado acorde con el Diccionario histórico de la lengua española 1933 – 1936, a saber:  [BALTRA, f. Sal. Vientre, panza. «Algo les hace escupir \ un bejuquillo de la ampa. \ pero aun les queda repleto \ el estómago y la baltra,» Villarroel, Obr., ed. 1794, t. 11, p. 97 ].

En todo caso, Baltra, tiene mucho más que enseñar que el pintoresco aeropuerto  de ingreso al  archipiélago encantado. El condumio acá son las vibraciones de los especímenes de Conolophus subcristatus (Iguana Terrestre de Las Galápagos). Cuando el turista arriba no se entretiene en las instalaciones del aeropuerto ni en los alrededores que asoman desérticos, sino que va apurado pensando en su destino final. La isla de los adioses, de suelo de arcilla rojiza que alberga rala vegetación leñosa, palos verdes espinados, cactus candelabro y opuntias, tiene lo justo para dar sombra y alimento a los lagartos que también se benefician de las madrigueras que han dejado las ruinas a la vista de la base aérea estadounidense abandonada hace décadas.

Yo, el ser mudable, tomo el primer contacto fugaz con la isla de los adioses como una bocanada de aire fresco y de beneplácito y de alivio, pues, es el preámbulo necesario para montar el itinerario propio de los días que vendrán para andar y ver en Galápagos. De entrada, considero mero trámite el trayecto de cinco kilómetros que el bus “Panza” recorre a razón de un dólar por kilómetro/pasajero hasta Canal Itabaca que, por sus dotes paisajísticas, es el aperitivo del tiempo espacio futuro. Cruzando la cordillera de Santa Cruz quedará atrás el aeropuerto que volveré a pisar de otra forma y con distinto fondo, no únicamente para servirme del vuelo de regreso al continente.   

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En busca del Lobo Fino

Aristocrática iguana del orden jerárquico Venustissimus, de majestuosa cabeza cornuda, ojos claros y dorso espinado realzando verdes, blancos, rojos y negros, de piel áspera y sangre fría en pos de vitaminas solares, hacía guardia en el Portal de Las Botellas. Detuve la marcha a la distancia de rigor que no perturbe su tarea sagrada, y sin más dirigí mis vibraciones matinales al sereno reptil. “Su merced, descendiente directo de las deidades de las estrellas oceánicas del multiverso, criatura endémica de la isla que me acoge en calidad de caminante total, ser de la sonrisa hierática por naturaleza divina, ¿me permite pasar… voy en busca del Lobo Fino?”.

Aquí estoy haciendo la primera parada desde que me eché a caminar al alba y con el buen augurio de la tórtola del anillo azul envolviendo sus párpados, la que señaló el sendero de una jornada de contacto con la isla profunda, salvaje. Aquí estoy estirando mi sombra en la plancha de roca tibia acaramelada, recibiendo a gusto sendos rayos solares de la mañana temprana de piélago manso, presagiando una jornada de bajamar indeleble en la orilla rocosa de Isla Floreana. Respiro la brisa suave trayendo aromas del bosque de Palo Santo por atravesar, aspiro a una mañana de calorcillo contenido en los barrancos del Lobo Fino, aspiro a un día de oleaje eléctrico y piscinas cristalinas matizando con cielo celeste, nubes volanderas, garua inocente y brisa traviesa.

El magnífico espécimen de iguana Venustissimus, erguido en sus cuartos delanteros de pectorales festonados con pinceladas turquesas, vibró y un rotundo “adelante” se tradujo en mi mente. Las ventanas oculares del guardián apenas eran un trazo gris acuoso, y sin embargo remitían alerta cuando atravesé el portal que se animó al otro lado con la iguana idéntica que abrió sus ojos de esmeralda resplandeciente, ojos grandes y rasgados, era el reflejo intenso del mar de Portal de Las Botellas.

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Gato cangrejero

Andar por el filo rocoso te ha venido agradable cuando reina la marea baja y por eso hoy te alejaste del puerto más de lo conveniente, y sucedió proyectado al cubo la situación que Jennifer, la chica local atenta y conversadora del restaurante Los Delfines, te advirtió evites a toda costa: quedar atrapada en una caleta en pleamar. Apenas anteayer, merendando sabroso en Los Delfines, reíste con la manera de cantar la comanda al chef de lo que solicitaste para comer y beber: “la doctora quiere lo de siempre”, aulló Jennifer. De entrada en Los Delfines, cuando intercambiaron nombre, oficio y/o profesión de cada quien, le pediste que te llame Tilda, a secas, y así lo hace en una charla cualesquiera contigo, salvo cuando canta la comanda de servicio. Para tu capote decías que preferible que diga a voz en cuello doctora antes que psicoterapeuta, que suena fatal para el caso. Y la hora del postre fue disfrutar de la forma cómo Jennifer relató su aventura en la caleta donde quedó atrapada, parecía haberse divertido mucho en vez de pasar miedo, y tú recalcando que hubiese sido terrorífica la aventura si sufrías la mitad de lo que sufrió ella.

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Playa de los cerdos

Tilda, ayer tomaste el lado derecho de lo que ahora sabes es una bifurcación inconfundible de trochas que te han dicho que antaño eran rutas autorizadas para cazadores de especies invasivas. Formas de plásticos de bebidas hidratantes y de gaseosas medio venenosas resaltan en el bosque casi-prístino como mensajes de la globalización de la basura sintética diciéndote: te perseguiré a donde vayas para recordarte el mundo que habitas fungiendo de connotada psicoterapeuta. En todo caso, sugieren que de repente estos senderos son transitados por cazadores que han pasado a ser furtivos puesto que carecen de permiso del Parque Nacional. De hecho creíste escuchar la detonación lejana de vetustas escopetas de perdigones, has tenido la suerte de no cruzarte con ningún cazador furtivo acompañado de jauría hambrienta de canes mestizos, de esos que meten miedo con la sola visión de un encuentro fortuito. 

En este punto irrumpe en la memoria el fallido intento de alcanzar las piscinas naturales del criadero de peces Trucha feliz, beneficiándose del río Cabra cuyas aguas templadas, bajando de la altitud del súper-páramo de la cordillera oriental, arriban dadivosas a suelo subtropical andino. Cuán melódico es el dúo que hacen la corriente activa y las piedras pasivas, cuando el líquido freático de la vida terrenal recogido en lagunas de Montañas A,zules descienden a bañar de arcoíris el verdor del paseo ribereño que prometía un colofón de dibujos animados en las piscinas del río Cabra. Al cabo te fue esquiva la morada de la trucha arcoíris, ¿talvez te faltó tener la ambición de pescarla y tragártela? No hubo tal, cuando parecía que, salvando el portón y el letrero que invitaba al lugar de la trucha dichosa, los astros se alineaban en aras de completar una mañana bucólica. Asomó inesperada jauría de pequeños canes que, en principio, supusiste superables apenas infiriéndoles una de tus frases hechas preferidas de los juegos de la infancia en Huertos Familiares del Aguacate, “quieto animal feroz que yo nací antes que vos”. (more…)

Rey Iguana

Estás penetrando a una zona peligrosísima, a una abominación no vista hasta ahora en estos pagos de Abraxas inspirado… jajajojojiji, bromita nomás era porque vas rumbo al mar y sus murmullos eléctricos y las formas salobres de artríticos mangles, andas en pos de calzarte los ojos oceánicos del vate Neruda y ver más que ayer como decía el artista pintor Mora. Vienes atravesando un segmento del infiernillo paradisiaco que es el bosque seco inédito y los aromas de palo santo como referencia aromática del conjunto vegetal selvático. Amiga Tilda, escapaste por los pelos al senderito de guarda parques que se ofreció a tu sed de silenciosos y encuentros cercanos con los ojos de las tortugas y los trinos de ruiseñores del alma. Los ojos del gran angular de la bípeda erguida se han llenado de gozo con la vista del juvenil galápago, ¿macho o hembra, qué mismo será?, para la ocasión suena bonito describirlo como epiceno de faldita escotada y escamas relucientes; “qué cinturita de la niña prieta”, podría haber dicho Inti si tuviese tiempo-espacio para quitarse la camisa de fuerza de la bestia humana apurada y parlanchina y escurrirse de la ruta de los existentes ávidos de selfis. Vaya que estuvieron cerca de alcanzarte el grupo de azuayos simpáticos a la distancia; oh, distancia, cuán propicia fuiste borrando a Tilda del camino de esos endemoniados pedaleando y a un tris de rebasarte. Se desquició la gente alegre que en el desayuno fungieron de turistas moderados, será que montan en bicicleta y creen que están sufriendo a la montaña rusa del mundo Disney, o peor aún a la Máquina Infernal, lo verídico es que se transformaron a tus oídos saludables en horda invasiva, auspiciados por el comandante Gritón. Apenas lo escuchaste vociferar “¡longa loma, puerca loma, sucia loma…! ¿dónde te escondes imberbe que no te veo?”, asociaste por el acento cantarín inconfundible que era el jefe del grupo del desayuno en el hostal Copetón. Rodaban en pos de Colina Radar y el mentado Muro, el comandante Gritón ansiaba finalizar el trayecto y de ahí su reclamo existencial de “longa loma… etcétera”. (more…)

A ritmo de galápago

En el planeta de los humanos muchas comparaciones despectivas y que denotan perversidad de los individuos de la especie dominante, se sustentan en el comportamiento y en las imágenes de los animales puros salvajes. De facto el que va a ritmo de galápago es el galápago pero ella, Tilda, quiere experimentar, en el sitio preciso para ello, lo que es ir detrás de una tortuga gigante. Desde que pisó Isla Isabela con esa fijación a cuestas, está siendo acusada de pasiva por parte de Inti –ya con huecas palabras, ya con cansino lenguaje corporal–. Inti ha venido a ser para Tilda un índice de velocidad, es el ser que funge de idóneo espécimen posmoderno. Si ella no va a zancadas de manicomio, Inti la culpa de estar perdiendo el tiempo y, lo peor, hace que él gaste su tiempo rápido y fugaz en la vida lenta que ella propone acá, y la sola mención de bajar revoluciones lo pone fúrico.

Inti es como es o sea la esencia de la bestia humana apurada y parlanchina, mantiene su frenética existencia aun estando de paseo en las Islas Encantadas, y es algo incomprensible que a él le digan que vaya a paso de tortuga y aproveche en modo recogimiento su libertad de acción en las islas que vino a peinarlas en ocho días, en realidad vendrían a ser seis días completos quitando las dos jornadas de viaje aéreo del continente a Isla Santa Cruz y viceversa. Cómo es posible que Tildita afirme que no hacer nada es estar más ocupada que nunca, es exasperante que semejante conclusión filosófica del oscurantismo se ponga en práctica en la época de la cotidianidad automática y venga de alguien que pertenece al mundo del sujeto del rendimiento.

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Pajarero mirador

—Dandy, me voy a pernoctar con las estrellas en las alturas de Pajarero mirador.

—Quiere, su merced Ginebra, que prepare algo apetitoso para desayunar arriba, ¿qué le provoca?

—Ya que lo mentas sí, me encantaría una cosita sabrosa. Arriba amaneceré con la gana de hundirme en los sabores, olores y texturas de una tortilla española que incluya cebolla paiteña, pimientos morrones y guisantes verdes frescos… ¡Por Gea!, tú sí que sabes hacer la tortilla española de pandereta, cosita fina que a una la transporta al huerto en flor de olivos bíblicos de Getsemaní. No hay comparación con la tortilla instantánea, insípida y desangelada que provee en un pestañeo la cocina de integración molecular, lo tuyo es rara delicia que a golpe de fuego lento, en el dispositivo de adobe que es más que un adorno, se hornean los dones de nuestra huerta orgánica.

—Así será su merced Ginebra, de una así será —confirmó Dandy guiñando sus ojos grises, metido en ese tono jocoso y cómplice que fascina a la campesina, pues, él tiene la gracia de la especialidad cibernética Eugenio, Clase A Todoterreno, 7 oficios personalizados, reactualización mental y física automática, energía inagotable, etcétera—.

—Sí, mi estimado, así será porque quiero despertar en Pajarero mirador con sabores, texturas y aromas del Mediterráneo ancestral y no de la cocha asquerosa donde ahora mismo estarán embarrándose a gusto los Pipones Bullangeros.

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Soda Bar Andrómeda 2/2

La noche en la que acaeció el portento de Soda Bar Andrómeda es el meollo de este relato que mi amigo el loquero onírico, me recomendó activar en modo terapia del alma, o más bien diría yo que es en modo ficción de una realidad que experimenté a plenitud y que no es posible clonarla sino apenas hacer de los hechos concretos una narración extraordinaria o algo así. Voy a ello sin más preámbulos, la noche empezó saludable como en las otras ocasiones que acudí a la Milla Histórica o Ciudad Vieja, cenando delicioso menú vegetariano en Cueva de Godzilla, magnífico establecimiento festonado con hologramas nítidos de retratos de especímenes de iguanas marinas, qué maravilla de imágenes subacuáticas y de orilla gris rocosa volcánica, qué colores de estos expresivos dragones que evocan a godzilla en miniatura, qué lagartos tan fotogénicos como inofensivos que sin el menor esfuerzo destilan salvaje hermosura. Estos seres luminosos, endémicos de las Islas Encantadas, inspiran el nombre, las texturas y sabores de Cueva de Godzilla, de ahí que era mi abrevadero y punto de degustación gastronómica especializada antes de hacer el recorrido por Ciudad Vieja y su arquitectura barroca y tesoros patrimoniales que datan de los siglos coloniales. Concluida la vuelta de rigor entre soberbias catedrales, me dispuse a tomar el  exquisito bajativo que es más que caminar un deslizarse calmoso, sobrado de tiempo, desocupado del mundo de termita Homo sapiens, por Callejón Anticuarios. Esta vía de exclusivo uso peatonal devino en amplia calzada de grandes planchas rectangulares de piedra azulada, simulando al camino del Inca provisto de porosidad para en días de lluvia evitar resbalones molestos y así facilitar el andar distraído entre las vitrinas de la variopinta oferta que en su abrumadora mayoría vende objetos decorativos intrascendentes, como dije antes son tiendas que no son anticuarios en sí sino un remedo de lo de Arturo.

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