Microlophus bivittatus

Estoy caminando en la línea rocosa, fábrica de dioramas remotos de la lagartija de lava de Isla San Cristóbal. Oh, soledades salvajes enriqueciendo el tiempo y espacio liliputiense de Microlophus bivittatus. Me encuentro de sopetón con la especie que anhelo capturar en imágenes perdurables, ora en distintos suelos y posaderos de orilla, ora en los especímenes que ubico a distancia merced a la vista entrenada para detectar reptiles en alerta retrepados en piedras vigías, y aquí es cuando imagino a los lagartos terribles del jurásico tomando baños de sol mientras sufren larga digestión.  (more…)

La Isla de Gandulfo

Gandulfo, esgrimiendo la posición estratégica de combate diseñada por su especie marina cuatro millones de años ha, luce impotente, temible, sobre todo  a la distancia; dispersa advertencias feroces con rugidos secos inaudibles por el viento y las olas chocando contra la orilla rocosa del territorio que defiende contra enemigos visibles e inmediatos como Fierabrás y Mambrino y, por añadidura, previniéndose de los invisibles dragones que cualquier rato brotan del piélago para orillarse tras haber consumido la dieta de algas submarinas que prosperan en corrientes templadas y escasean cuando la corriente caliente del Niño se prolonga demasiado, provocando hambruna y muerte por inanición en especial entre los individuos alfa que para mantener sus  colores –lunares negros, manchas rojas y tonalidades verdes que resaltan el dorso ahíto de púas blancas y prominentes– azogando intensos y atractivos en temporada de apareamiento, apenas  se alimentan.

Al otro lado del charquito de marea baja, pintando las aguas cristalinas con algas rojas y pardas, dominan en sus respectivos territorios Mambrino y Fierabrás. Mambrino emite compulsivos movimientos de cabeza de dragón iracundo y echa relámpagos por los ojos, mientras Fierabrás mantiene el tipo aristocrático sin descuidar sus fronteras. Los tres jóvenes dragones forman un triangulo de fuego Gandulfo en su isla, separado por la quieta cocha que obsequia acuarelas móviles, por ejemplo, la garcita verdosa pescando. Tanto en la Isla de Gandulfo como en la plataforma y rocas lávicas en las que medran el balsámico Fierabrás y el perseguidor Mambrino, no  faltan admiradoras de sus dispares encantos. A su manera, los tres jóvenes dragones, se exhiben cuán magníficos son  ya estáticos, ya patrullando la zona de seguridad que han creado para sí en el tiempo estoico de deslumbramiento dragonil, descuidando los ritmos propios de comer mar adentro, sacrificándose  en aras de conservar el tipo altivo de machos alfas, pues, es la temporada de tensar los músculos, rugir y poner en fuga a los imberbes transeúntes que osen pisar sus territorios. (more…)